
Me miró con su sonrisa burlona y parecía tener claro que era para mí algo imprescindible. Me dieron ganas entonces, de aclarar que si de algún modo lo era... más se parecía a la primera bocanada de aire de un bebé, que le abrasa la tráquea y los pulmones al mismo tiempo que le da la vida, que a cualquier otra cosa. Pero me callé, dejando que aquel pensamiento se fundiera con el aire del invierno.
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