
Prometí escribirte dos canciones, tratando como siempre, de ocultar mis emociones. Pero sabes que la música no es lo mío. De modo que quizás abrir la boca y tomar este aire rudo y ardiente como aquel de California, resulte suficiente para recordar tu sonrisa, y tal vez así logre hablarte de lo que nunca te dije, o susurrar junto al viento sentimientos que hace tiempo enterré. Creo que es más posible que ocurra lo contrario, y nuevamente piense que es inútil alzar un grito lleno de júbilo y esperanza, pues sé, a ciencia cierta, que ni el sol dorará mi piel como aquel verano, ni tus ojos encontrarán el rincón perfecto aquí junto a mi alma.
Había escrito meticulosamente un final para esto nuestro que acabó por ser totalmente distinto al que tuvimos, con sus miradas melancólicas deseando que aquella despedida fuera un HASTA LUEGO, y no un ADIOS, sus juegos de manos tratando de memorizar el tacto de la piel del otro, y finalmente aquel vació silencioso y molesto llenando el alma. En cambio la oscuridad de la distancia roció de nauseabundo dolor nuestra perfecta despedida, y aquellas palabras dulces se trocaron al final en fuertes y crueles golpes en la cara.
Pero al concluir esta, como todas las historias, puedo decir que siempres nos quedará California.
No hay comentarios:
Publicar un comentario