
Aquel hombre se escondió bajo la nieve, sintiendo más gélida su alma que todo lo que le rodeaba. Suspiró suavemente y se dejó morir. Se fundió con la primavera deslizándose por los ríos y fue alimento para el mundo regalando su esencia sin recibir nada a cambio.
Nadie le hechó de menos. Nadie lloró su ausencia. Y continuó escondido, esta vez en algún rincón del paraiso.
Hermosa entrada en la que el acompañamiento de la imagen te transporta junto con las palabras a ese paisaje pudiendo imaginarse uno derritiéndose en la nieve de los tejados, las montañas, las calles... sigues siendo la nieve que esperamos con la llegada del invierno con tus entradas ^^ continúa escribiendo :)
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