jueves, 12 de agosto de 2010

Quisiera que...


La profesora repartió un folio en blanco a cada uno de sus alumnos y puso en la pizarra:

"QUISIERA QUE ALGUIEN ME ESPERARA EN ALGÚN LUGAR." Aquel era el tema, y todos debían llenar ese papel tan blanco que permanecía apático frente a sus caras.


"Quisiera que alguien me esperara en algún lugar, y que los días grises tuvieran más luz. Me gustaría que mi alma se esfumara por las rendijas, y que no hubiera cárceles para este sentimiento. Quisiera ser libre, jugar a volar, olvidar la caida, y soñar que soy ligera al igual que un pequeño gorrión. Ser grácil como una gacela, sutil como una pantera, y perderme en el profundo bosque de su mirar. ¡Ojalá respirara su aire! ¡Ojalá escuchara su voz! Quisiera que el intenso fuego de su profundo sentir, latiera al mismo tiempo que mi seco corazón. Me gustaría sentirme, por un segundo distinta, llenar aquel cuaderno en blanco de palabras de amor. Y si en algún momento, en cualquier rincón, alguien me esperara, paciente, lleno de luz, me conformaría con saber que ese "QUISIERA QUE..." nunca más arrugaría mi alma. Pero es vano mi pensamiento, lleno de gotas de lluvia tengo el corazón. Y mis ojos, antes cristalinos, tienen ahora otro color. Veo aún más oscuro el gris de esta mañana, como si más allá de esta bombilla no existiera la luz. Mi alma sigue encarcelada por este torpe cuerpo que de nada le sirve. Y caigo de golpe, pues no soy un ave. Y es que el amor, cuando no es correspondido, te arrebata de golpe las alas que él mismo te entregó. Por eso, sólo quisiera que no existiera en el mundo este intenso desamor."

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