sábado, 31 de julio de 2010

Mi casa del lago y mi cuerda.


Quiero mi propia casa del lago. Una cuerda para saltar al agua, y por qué no la dulce sensación de revivir la tierna infancia. Gritar: -¡Allá voy mundo! y que lo siguiente en oirse no sea ninguna palabra que pueda enturbiar ese momento, sino el sonido de mi cuerpo chocando contra el agua. Sonreir despreocupada haciendo que las piedras tengan por un segundo la capacidad de ser saltarinas, haciendo a su paso hondas más marcadas, o más ligeras. Quiero llenar mi cupo de alegría, y reservar únicamente mis últimos 8 segundos para gastarlos contigo.

Lo sé, lo sé, no tengo nada de eso, ni casa, ni tan sólo una mísera cuerda. Pero esto último sería innecesario sin lago al que saltar. En cambio sé que mi vida es esa casa maravillosa, con habitaciones espaciosas que llenar de felicidad. Rodeada de un jardín verde y magnífico por el que corretear sin preocupaciones, y un poco más allá.... el esperado lago. La esperanza de lograr lo deseado es esa cuerda pendiente de una rama, hay que tener valor para agarrarla con fuerza y zambullirte de lleno sin saber lo que habrá después, pero en eso se basa el éxito: En el valor. En ocasiones resulta imprescindible comprender una serie de normas que el mundo te impone. Cuesta. Es difícil entenderlas. Más aún seguirlas. Pero cuando lo haces te percatas de que a veces hay que dejar pasar lo que uno desea, aunque en ello resida la mayor satisfacción. Porque finalmente para aprender a ganar, es necesario saber perder. Cuestión de decisiones, amigo, duras y complejas decisiones. Aún así, finalmente miras a tu alrededor comprendiendo el por qué de cada una de las cosas que adornan el paisaje, agarras la cuerda, y te aferras a ella porque sabes que sin esa cuerda metafórica que es la esperanza, no tendrías el valor necesario para lanzarte, y mucho menos para... ASUMIR EL ÉXITO.

martes, 27 de julio de 2010

Beso de chocolate.


-Voy a enseñarte a ver através de mis ojos, a partir de ahora podrás caminar con mis piernas, sentir con mis dedos y oler con mi nariz. Te presto mi cuerpo, porque lo más hermoso que hay en mi vida eres tú.

La montura de sus gafas casi ocupaba más parte de su cara que sus ojos llenos de alegría, y toda su atención estaba dividida entre aquel enorme y suculento helado de chocolate, y la figura frente a él de su primo.

-Te quiero.- Le dijo sonriendo. Y sin duda ese fue el te quiero más sincero que he oido jamás. El beso de chocolate impregnado en el carrillo derecho que el pequeño muchacho le dejó como recuerdo lo demostraba.

Reencuentro.


-¡Eh eh eh eh eh eh, no te muevas! ¡Cierra los ojos! ¿Qué se siente cuando te toca una persona que hace meses que no puede acariciarte?


Sonrió dulcemente y le agarró la cintura.


-Te echaba de menos, enana.


Pero aquello sólo sucedió en su imaginación, en la espera silenciosa de un viernes por la noche.

domingo, 25 de julio de 2010

El proceso necesario.


Thomas Edison hizo 2000 experimentos hasta inventar su "lamparita". Un joven reportero preguntó por qué tantos fracasos. Edison respondió: -No fracasé ninguna vez. Inventé la lamparita. Pero fue un proceso de 2000 pasos.

lunes, 19 de julio de 2010

Batido de chocolate.


Como una gata silenciosa olisqueaba el cálido aire que entraba por la ventana de su habitación. Cada noche repetía la misma operación, una y otra vez. Agudizaba el oido, la vista e incluso se volvía un poco más grácil y sencilla al caminar. Dejaba de lado cualquier cosa, y entre el misterio y la oscuridad de la noche se dirigía con calma e inocencia en busca de un agradable y refrescante... BATIDO DE CHOCOLATE. Me encanta contemplar este proceso: ella juguetona recorriendo el pasillo de su casa, de puntillas, con el pelo recogido, silenciosa y con la lengua fuera, como si al final de su camino se encontrara... el más preciado de los tesoros.

domingo, 18 de julio de 2010

Alas blancas.


A veces siento nostalgia, otras en cambio doy gracias porque te fuiste. Y con la llegada del calor resulta imposible no recordarte, aún procurando sacar toda la fuerza que hay escondida en mí. En noches como esta añoro tu sonrisa, y cada dos segundos miro el movil en busca de un mensaje tuyo diciendo que sólo te apetece estar conmigo. A veces continúo inmersa en mis pensamientos durante horas, otras en cambio, soy incapaz de pensarte. Siento decirte que este "proceso de desintoxicación de tí" no está resultando. Aún te echo de menos y sigo creyendo que soy un poco menos yo desde que no estás aquí. Pero la vida me ha dado grandes cosas, y soy de ese pequeño porcentaje de personas que creen que nada ocurre sin ningún motivo. Te marchaste, tenías que hacerlo. Y volverás con el triste color del otoño y el suave sonido de las hojas al caer. Pero estas Alas Blancas, cariño, no adornarán tus noches solitarias, tus sonrisas vacías o tus sueños más profundos... porque incluso los ángeles se cansan de esperar.

sábado, 10 de julio de 2010

Mesa para dos.


De nuevo sonaba en la minicadena esa canción de Sabina. Otra vez podía oler con total claridad la comida de cada sábado, paella. La preparaba meticulosamente añadiendo paso a paso cada ingrediente que ella utilizaba. A pesar de que el condimento que más deseara fuera tenerla a su lado. Así parecía engañar a su alma. Ponía la mesa con dos vasos, dos platos, dos tenedores, e incluso comida para dos. Pero siempre comía solo. Hablaba con la silla que había colocado estratégicamente frente a él, imaginando que en ella estaba la alegre y ansiada figura. En cambio allí sólo podía encontrar aire. Un aire malévolo que le engañaba, un aroma casi idéntico al de su paella, y un vacío inmenso sin su sonrisa. Cuando acababa recogía y fregaba sin demasiada gracia aunque canturreando en algún momento la primera canción que se le pasaba por la mente. Y así finalizaba un sábado, para enfrentarse a otro áspero y hueco domingo.

-Odio los domingo, Margot. No me aportan nada. No sé a ciencia cierta si son el primer día de la semana, o el último. No apetece salir, y quedarse en casa es una condena... ¿Para qué sirven entonces esos odiosos días?

Dijo como hablando con esa mujer que sólo él podía ver. Y ella pareció darle una respuesta que le hizo sonreir.

-Tú siempre tan alegre...

Sonrió, se giró para abrazarla sin percatarse de su ausencia. Y entre engaños y miradas vacías sin un destino fijo, voló su esperanza en un asiento de clase media del avión de su imaginación. Al menos por ese domingo.

martes, 6 de julio de 2010

Historia de una estación.


Bajó aquellas escaleras sonriendo, el próximo tren la llevaría a su nuevo piso. Un ático con vistas a un parque con muchos árboles y lleno de vitalidad. Llevaba colgando del hombro derecho un maletín azul oscuro, en la mano una maleta a juego y en con la otra sostenía el billete. Tenía el pelo recogido en un moño deshecho del que se escapaba algún mechón que otro, rizado y rubio. Destacaban con el moreno de su piel y su ropa desgastada. Un pantalón tejano prácticamente roto por todos los lados, una camiseta roja con un hombro caido y un sujetador negro. Estaba nerviosa y totalmente ilusionada. En su espera (llegaba una hora antes) descubrió a un hombre de unos 30 años que no paraba de leer. Parecía despreocupado y estaba sentado esperando, al parecer, el mismo tren que ella. Un sombrero de paja tapaba todo su rostro, y sólo pudo leer el título de aquel libro: "Perdona si te llamo amor." Le llamó la atención que un hombre de su edad leyera ese tipo de novelas, pero dejándolo pasar se quedó allí de pie esperando la llegada de su nueva vida.
En cambio el misterioso hombre del libro y el sombrero de paja tenía la mente demasiado lejos como para comprender una sola palabra de aquellas hojas. -"Asique me deja, se va con un niño de 20 años, sin más. 7 años juntos para esto..."-Pensó. Tomó aire y tras calmarse murmuró en voz baja: -Siempre ha sido una zorra....
Agarró su libro nuevamente para retomar una lectura que sabía que no había comenzado en realidad. Allí se contaba la historia de una niña enamoradiza que se vuelve loca por un hombre que le dobla la edad. Se lo había comprado porque pensó que tal vez así comprendería por qué su novia le había dejado sin dar explicaciones. Y por qué después la había visto de la mano con un chaval que aún tenía granos. Frente a él había una chica pelirroja, no era demasiado guapa, pero parecía inmensamente divertida. Por primera vez desde que Laura le dejó, había sido capaz de sentirse atraido por otra mujer. Llevaba meses saliendo por sitios en los que nada le parecía bien, ninguna chica era de su "estilo" y lo que es peor, su autoestima había quedado tan destrozada que no tenía valor para hablar con ninguna. Pero esta vez sería diferente. Se levantó y sonriendo se sentó a su lado.
Silencio. Un par de risas. Silencio. Pasos a lo lejos. Silencio. Eso era todo lo que se oía en aquella fría estación de tren. En cambio Pablo, un joven estudiante de fotografía se sentía allí mejor que en ningún lugar. Colgaba de su cuello una cámara bastante buena, negra, con una pegatina verde flourescente en un lateral. Se puso a capturar imágenes de esa chica tan atractiva que estaba recostada sobre un cartel de publicidad, de aquel hombre del sombrero de paja que sonreía constantemente mientras hablaba con una mujer pelirroja, incluso de esa chica tan delgada que estaba sentada sobre su maleta azul y que se le antojaba esperanzada. Le parecía que todos tenían una historia que contar, algo nuevo, diferente, lleno de luz y felicidad aplastante. Sonrió y agarrando la cámara le dijo bajito: -¡Qué pena que aún no puedas capturar sus pensamientos! Al terminar de decir esto llegó el tren y en él se marcharon las risas, los pasos que sonaban tan lejanos, e incluso el silencio.

lunes, 5 de julio de 2010

Necrológica.


En su necrológica sólo se habían escrito palabras intensas que dibujaban con tesón y firmeza lo que aquel hombre nunca llegó a ser. Un tipo gris, anodino y tal vez demasiado vacío había sido descrito por última vez con hermosos adjetivos. Más bien había sido reinventando.

Su cuerpo sin vida se encontraba allí expuesto, como en un escaparate. Siempre me pareció cruel dejar al aire libre un cadáver de esa forma, mostrando lo frágil que es en ese momento, dejándole indefenso frente a un mundo que ya no es el suyo. Nunca fue amable, divertido, alegre, dulce, antento o cariñoso.... En cambio todo cambia con una buena necrológica. Porque... ¿cómo describir a un pobre hombre resumiendo su vida a un triste caminar sin música de fondo? Al leer aquellas cinco líneas que le habían dedicado parecía ser maravilloso. Lástima que al conocerle los resplandecientes destellos dorados se trocaran en óxido puro.

Volví a leer aquellas líneas a conciencia, para ver si entre ellas podía encontrar algo de cierto, un mínimo indicio de sinceridad. Y siendo consciente de que hacerlo sólo lograría entristecerme no controlé mi curiosidad:


Hoy, 5 de Julio del 2010 ha muerto Mario, un hombre sencillo pero siempre sonriente, atento con todos aquellos que le habían dado su apoyo en los malos momentos, caballeroso, constante, educado y soñador. Siempre deseó ser un poco más fuerte, y esta noche, al fín, cerró los ojos armándose de valor para poder volar alto en busca de su verdadera libertad.



Rompí ese papel con toda mi rabia y en un arrebato de ira lo tiré sobre el cuerpo aún caliente del hombre que un día se fue de casa dejando a mi madre sumida en una inmensa depresión. El mismo al que yo debería llamar papá. Y recordando lo poco que dejó en mi vida, y el vacío que siempre hubo en la suya, salí de aquella Iglesia sin mirar atrás.

viernes, 2 de julio de 2010

Para Saúl.


Hoy aprovecho mi nueva entrada, no para contar una historia como las que suelo narrar meticulosamente, sino para hacer un puñado de cosas de mayor importancia:

La primera desearte suerte, cariño, en ese examen que te queda y que sin duda pasarás sonriente.

La segunda, (no por ello menos importante) quiero que pienses en mí con cada pasito que des entre los bosques gallegos, porque al final del camino estaré yo, sonriendo y pensando en tí, como siempre.

Finalmente me gustaría darte las gracias por todas las cosas que haces, has hecho y harás por y para mí, porque no sé muy bien si lo merezco, lo que sé a ciencia cierta es que lo tengo.... TE TENGO. Y es realmente maravilloso despertarme sabiendo que en algún rincón del mundo tú pensarás en mí.

Te necesito.
P.D: No te quites importancia, ni a tí ni a tus actos, porque sabes sobradamente que mereces una entrada muchísimo mejor de la que te estoy dedicando. Igual que sabes que pronto la tendrás.