domingo, 28 de noviembre de 2010

En Rusia aún es verano.


Frío polar. Mezquinos soplidos de aire gélido que calan los huesos. Quedan aún tres semanas para Navidad, pero las calles están cubiertas de adornos, luces y juguetes. Niños que miran con ternura y deseo aquel gormiti que tanto esperan. Mujeres que se tocan la cartera suplicando al cielo que no cueste mucho. Y otra vez turrón, polvorones, árboles cubiertos de bolitas que brillan, luces, esperanza, ilusión. Espíritu navideño en mi casa, en la de al lado, incluso en esa que linda con el fin de la ciudad. Pero a unos cuantos kilómetros más aunque el viento sopla del mismo modo que aquí, los huesos rudos y algo desgastados de una mujer se niegan a sentir el frío. Limpia la casa despreocupada, en chanclas y pantalón corto, y cuando alguien le recuerda que llega la Navidad ella mira inquieta el mar deseando sentir otra vez la suave brisa veraniega. Porque en Rusia, es aún el estío el que cubre las ciudades.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El hombre nieve.


Aquel hombre se escondió bajo la nieve, sintiendo más gélida su alma que todo lo que le rodeaba. Suspiró suavemente y se dejó morir. Se fundió con la primavera deslizándose por los ríos y fue alimento para el mundo regalando su esencia sin recibir nada a cambio.

Nadie le hechó de menos. Nadie lloró su ausencia. Y continuó escondido, esta vez en algún rincón del paraiso.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Diciembre.


-¡Qué mala fecha para empezar con alguien!-Dijo la jovial chica del pelo rubio.

-¿Por qué?- Repuso su amiga.

-No sé.... Diciembre. Es más bonito comenzar la relación con el principio del año. Ya sabes... año nuevo, ¡VIDA NUEVA!

-Yo creo que es algo intenso, incluso roza el romanticismo. Gastas los últimos días de un año, de un periodo de tu vida con esa persona especial. Empieza la difícil tarea de conocerle, compenetrarte, ser parte el uno del otro. Y aquel año que caduca es la antítesis del que comienza, pero esa relación es el común denominador de ambos. Podría compararse con el final del otoño, incluso del invierno que todo lo marchita creando una capa de hielo sobre cualquier cosa privándolo de la vida. Y cuando crees que todo está muerto, que aquello termina allí, algo florece de la nada, como intentando poner el toque de luz y color a un sentimiento triste y de soledad. Porque, ¿qué es el amor sino una flor que brota de la nada, de un corazón escarchado incluso congelado? ¿no es una ráfaga de aire caliente en una ventisca fría como ninguna?

-Pero.... pero.... ¡ENERO! Comenzar lo nuevo juntos, ya sabes.-Repuso la atónita muchacha.

-Renovación, esa es la palabra. Y si algo tiene que cambiar estoy segura de que quiero que sea a su lado.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Jalogüin.


El gélido airecillo del otoño se cuela por las rendijas, como precediendo un acontecimiento macabro. Otro 1 de noviembre, otra de esas tardes infinitas, disfraces, música alta y alegría. Cualquier acontecimiento, por siniestro que sea, es siempre bueno para hacer una fiesta. Laca de uñas, un vestido ceñido con el que se te vea un poco más de la cuenta, unos tacones altos y con un par de puntitos pintados en el cuello seguro que tienes éxito a lo largo de la noche. Resulta excitante, el ritmo frenético de la música no cesa, y el sudor corre ligeramente tu pintura, pero no importa. Miradas que se cruzan, deseo que arde en el aire, pasión, tal vez demasiada. Y a la mañana siguiente sólo quedará como recuerdo un roto en tus medias y el ligero sabor del sexo en tu boca.