viernes, 8 de enero de 2010

Moo


Una tarde más inolvidable.

Teniendo aún grabado en su cabeza el olor del té blanco con melocotón y el sabor del café caribeño se acomodó el pelo con cuidado e introdujo la contraseña del ordenador. Allí estaba su imagen, la de la primera vez que él había escrito TE QUIERO mientras se veían. Le gustaba tenerlo de fondo de pantalla, porque así cuando se sentía mal sólo tenía que encender el ordenador para ver su sonrisilla y todo lo demás desaparecía. Como aquella noche. Estaba triste, melancólica... nostálgica quizás. Se sentía culpable por haber tenido que irse de ese modo dejando la cena lista y una sonrisa triste dibujada en la cara de él. Le dolía pensar que siempre sería así, que por mucho tiempo que pasase no podría darle más que eso.. ratos incompletos que a ella le llenaban tanto... pero que quizás a él terminarían por cansarle. Tembló por un momento. Hizo una pausa para secarse las lágrimas. Gritó. Quería echar fuera toda la rabia acumulada, pero era imposible si no estaba a su lado.

-¡Maldito rastitas risueño, te quiero ¿¡sabes!?!

Se abrazó a la almohada y continuó llorando, buscando su olor.
Había dejado el móvil sobre el escritorio y de pronto sintió que tenía que mirarlo. Levantó la tapita y...

¡Peque! Te quiero mucho. Espero que no te rayes, ¿ok? Que hasta tu voz sonaba un poquito mal... Descansa y mañana te veo como sea =) Te quiero. Muaka! ^^

Efectivamente, allí estaba él, y otra vez sintió una sonrisa en su cara. Siempre sabía cómo consolar sus penas... SIEMPRE. Entonces se le vino a la cabeza aquella canción.. mmmm... ¿cómo era? "Piensa en mí cuandoooo sufrassss..." Y tarareando la musiquilla la buscó en el ordenador. La noche anterior se la había pasado él mismo. En ese momento abrió la página de su blog, y quiso escribir algo bonito, algo que le hiciera sonreir sinceramente... Agrupar las palabras adecuadas y dejar que siempre latieran en su corazón de un modo especial, corriendo por sus venas, siendo imprescindibles para darle vida. Sí, eso es, intentó darle fuerzas, ánimo, alegría. Llenar su espíritu de cosas nuevas, de grandes emociones y lograr elevarle. Su cuerpo vibró dulcemente cuando recordó cómo él le había susurrado:

-Peque, me haces volar. Nunca nadie me había hecho sentir de este modo.

En ese instante la respiración se le cortó y no supo muy bien qué decir, cómo explicar aquello que le apretaba el pecho... quizás podría llamarlo ¿amor? No, no, no era amor. Esa palabra es demasiado ruda, utilizada en exceso por labios crueles que no saben querer. ¿Pasión? ¡Qué término tan simple! Demasiado fácil sentirlo como para definir lo que tenían con esas seis letras... Entonces, descartando el amor y teniendo la certeza de que la pasión era algo superado hacía tiempo... ¿qué palabra podría tener similitud con todo ese remolino de emociones?

-¡Moo!

Dijo suavemente sonriendo de nuevo.
Y efectivamente, eso era, moo. Su particular forma de definir aquello que consideraban tan distinto. Un modo de clasificar un sentimiento imposible de describir si no se siente. Porque moo es la primera sonrisa de la mañana, la última de cada noche, el beso de despedida, el de saludo, un abrazo en el portal, otro en medio de la marea de gente, un pensamiento ligero, una caricia, unas manos jugando a hacer cosquillas, una suave voz susurrando palabras que sólo el otro podría comprender, un: "Eres increíble" escrito sobre un cristal empañado, una cena rápida improvisada en el sucio suelo de un piso vacío. Una mirada furtiva que quema el alma del ser querido, un: "Te veo mañana como sea", incluso un: "seré feliz sólo con verte disfrutar"... Todo eso son esas tres letrujas... todo eso y muuucho más, porque la lista será infinita y llena de significado a medida que pase el tiempo.

Estaba lista.

Lista para amarle, para dejar de perder el tiempo y correr en contra del viento. Para hacer con sus sonrisas un barquito y navegar lejos, todo lo lejos que la corriente pudiera llevarles. También para perder la cordura, para aprender a curar sus heridas con las miradas de ese a quien tanto quería, para reir sin motivos, y no llorar aún teniéndolos. Lista para nadar, correr, volar. Para sentirlo todo en un instante y para ser incapaz de olvidarlo. Para hacer de su nombre poesía. Para grabar en sus ojos la luz de su piel. Para dejar su pasado lejos, alargar ese presente dulce y lleno de felicidad que tenía, y luchar por un futuro juntos. Lista, a fin de cuentas, para ser siempre suya.
Se dió cuenta entonces de que el faro estaba encendido, el equipaje cargado y ya tenía los zapatos puestos. No había ningún camino hecho, no por ahora. Pero aquella tierra rojiza esperaba impaciente sus pasos para fojarlo juntos. Para transformar el polvo en un sendero sólido y fuerte por el que caminar sin miedo.

Cuando quieras quitarme la vida, no la quiero para nada, para nada me sirve sin tí. Sonó. Y cerrando los ojos con fuerza dijo de nuevo:


-Moo, moo, mooooooo. Ojalá estuvieras aquí cariño, ojalá.

Y allí se quedó sentada, esperando a que tomara su mano, y navegar, correr, volar si es preciso. Y sentir que el mundo sobra si están juntos. Y reir, llorar, gritar, sentir. Quererse para siempre, olvidar su ropa en el suelo de un hotel. Dejarse la desgana en algún rincón y llenarse de ilusiones para compartir. Esperando únicamente no dejar nunca de ser feliz a su lado, y llenar su memoria de tardes como aquella, inolvidables.

1 comentario:

  1. Esta vez... me arrepiento de no haber esperado para haber leído esto junto a ti... porque hoy no has estado aquí, a mi lado, para calmar esa emoción que has hecho crecer en mí mientras leía... para apaciguar esas lágrimas que palabra tras palabra iban asomando por mis ojos. Esos ojos que ya te pertenecen, que necesitan verte para simplemente poder decirse a uno mismo "eres un anormal afortunado... lo sabías?", esos ojos que cada mañana se levantan buscando esas dos rosas, cuya simple observación logra sacar a la luz esa sonrisa que sabe que a ella le gusta ver :)
    Y hoy, cuando estos ojos han contemplado este escrito... era un no parar de sensaciones entrando por ellos... ha sido tal la velocidad con la que iban pasando que no han sido capaces de soportar tales magnitudes... quedando huella húmeda de ello a lo largo de sus mejillas...
    Gracias... gracias una vez más... una de tantas veces dichas y de tantas que quedan por decir... gracias por estar ahí y por querer seguir estando... gracias por hacerme sentir las pequeñas cosas de la vida que la hacen tan especial... gracias, en definitiva, por ser tú.
    Te quiero... moo

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