miércoles, 21 de octubre de 2009

Es tan pequeña y sueña tanto...


Es tan pequeña y sueña tanto... pero odoro su sonrisa. Su dulce y picarona mirada, su vocecilla al decir que me extraña.


Cierros los ojos y este olor a tristeza que llena mis pulmones me recuerda a tí.

Tú, que borraste de mi mirada aquel dolor con el que cargaba desde hacía tanto, con una simple palabra...

Pasado un tiempo comprendí qué es lo que tienes: Eres tan niña, tan chiquitita y frágil, que parece que el mundo te queda grande, que tus alas aún permanecen ilesas intentando volar alto, procurando rozar el cielo con uno de tus finos dedos. Eres un gran huracán de emociones. Estar contigo es arriesgarse a sufrir y reir al mismo tiempo, pero es realmente hermoso contemplar esos ojos verdes, intensos, y paradójicamente llenos de fuerza. Admiré eso de tí desde el primer momento. Tu valentía, tus ganas de agarrarlo todo y luchar por un instante, la falta de miedo en cada paso que das, la firmeza al gritar mi nombre. Se me hizo difícil no quererte, no recordar tus lágrimas rozando despiadadamente tu tersa y pálida piel al decirme adios, no venirme abajo cada noche al hablar contigo, no decir que te amaba y que daría mi vida por un último beso tuyo. Intenté no llorarte, no ilusionarme contigo... ¡ERAS SOLO UNA NIÑA! Una niña pequeña que soñaba tanto.... Pero me resultó imposible. ¿Cómo no amar a mi angelito? Grité de rabia cuando se amontonaron en mi mente las frases que decías cada domingo. Especialmente esta: Gracias a que soy tan niña y sueño tanto.... aún no te he olvidado.

Repliqué rápidamente que nuestro amor era solo eso, amor puro y simple, libre. Pero de nuevo añadiste algo que me hizo pensar. Dijiste con la dulzura que te caracteriza: Es puro y libre porque lucho por él, porque impregno mi esencia en cada gesto, en cada instante. Si fuera por tí este amor sería rudo.

Mil palabras agrupadas en mi mente, mil momentos, mil miradas. Me odié por dejarte ir, por permitir que solo fueras un recuerdo. Y supe que me había fallado. Daba igual lo lejos que estuviera, lo tierna e inesperta que fueras... Me querías con toda tu alma. "Deja de pensar que todo es presión sobre tí, y simplemente sonríe porque tienes a alguien dispuesto a tirar de tí eternamente." Dijiste. Y tus palabras fueron humo, humo blanco que voló ligero, lejos, demasiado lejos para comprenderlo.

He comprendido, cariño, que tenías razón, nunca supe vivir. Calcularlo todo, evitar las sorpresas y la efusividad siempre enfrió mi alma. Eso me gustaba de tí. Eras libre... libre para amar de un modo distinto, para hacer que dependiera de tí sin necesidad de rozarme, libre para sonreir, para elegir y equivocarte.

No llegué a decirte a penas nada de lo bueno que veía en tí. Suponiendo absurdamente que lo sabías todo, olvidé susurrarte que te añoraba, que te quería, que siempre serías mi vida. Y dejando el tiempo pasar entre promesas, obviaste mi nombre harta de batallar.

.

..Vuelve pequeño ángel, vuelve.... Regresa a soñar conmigo, cuidame en mi camino con tus alas, o simplemente abrazame... pero quédate junto a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario