jueves, 20 de mayo de 2010

Libertad




Abrí nuevamente aquel libro viejo y desgastado, de pastas duras y prácticamente desencuadernado. Lo hice porque otra vez sentí mis dientes tiritar de miedo, miedo a ser libre.
Allí estaba yo, frente a esa multitud que antes parecía diminuta, contemplando cómo la gente paseaba de un lado a otro sin reparar en mí, cuando de entre las hojas salió un papel escrito con mi letra años atrás: "Toda libertad alcanzada se debate siempre entre dos sentimientos opuestos: la satisfacción por lo alcanzado y el miedo a disfrutar lo ya conseguido." Y nunca le habría podido otorgar tanta razón a aquellas palabras.
Había anhelado ese momento toda una vida: sentir el aire y el olor del césped entremezclándose y jugando con mi pelo, ser algo más que un individuo para el mundo, SER LIBRE. Pero en ese instante no era capaz de definir la libertad, y siendo más sincero podría decirse que añoraba mis "barrotes". Me resultaba curioso saber que había logrado en mi vida todo lo que había llegado a desear: tenía un trabajo agradable, ganaba bastante dinero, podía viajar de vez en cuando, y ahora era libre. Cualquier persona habría dicho que lo tenía todo para ser feliz. Pero yo contemplando mi triste figura veía en mi reflejo sólo un despojo. Mis ojos no brillaban con ilusión como hacía años, había perdido la fé, y no sabía disfrutar de un buen helado de limón como cuando era niño. Me había limitado durante demasiado tiempo a amoldarme a una vida que no deseaba.
-"De modo que esto es la libertad"-Pensé-"Creer que puedes hacerlo todo y no desear hacer nada."
Comencé a leer y aquellas palabras me recordaron una vieja lectura. Se me vino a la cabeza aquel joven pastor que vendió sus ovejas para irse a Egipto en busca de su tesoro, para cumplir su Leyenda Personal. Y sonreí haciendo memoria porque pude disfrutar una vez más de su mejor frase: "El viento trae a los moros, pero también el olor del desierto y de las mujeres con velo." Entendí esas palabras de una forma distinta aquella vez. Ahora eran para mí una explicación metafórica del rechazo que se tiene a lo que no nos gusta, obviando que en muchas ocasiones trae cosas que nos hacen la vida más sencilla.
Leí, leí durante horas. Perdí el sentido del tiempo y cuando quise darme cuenta era de noche. Nadie me esperaba en casa. Nadie escucharía lo que tenía que contar sobre aquel libro. Pero al menos podía decir que yo era libre. Y la libertad, aún sin saber definirla, debe de ser siempre algo bueno.

Al menos eso es lo que dicen.


P.D: He utilizado un fragmento del Alquimista de Paulo Coelo, y una cita cuyo autor desconozco.

1 comentario:

  1. Y muchas veces no nos damos cuenta de lo que en realidad significa ser libres... o, al menos, no llegamos a valorar la "libertad" de la que disponemos dentro de las barreras que bien nos son impuestas o, simplemente, nos marcamos nosotros mismos llegando muchas veces a vivir dentro de ellas sabiendo que podríamos apartarlas, echarlas a un lado y volar...
    Por qué no tomarnos libertades... empezando por la de expresión, para decir, un mero te quiero, sabiendo que será recibido con una sonrisa libre de miedos y dolor, y llena de alegría y felicidad

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