miércoles, 12 de agosto de 2009

Noche de pasión


Nunca había pensado que sentiría algo así, la pasión más fuerte que había recorrido su cuerpo inundaba su ser desde los pies hasta la cabeza, haciendo una parada dulce y placentera entre sus piernas. Sintió toda su piel estremecerse, sus labios estaban secos y con un movimiento delicado y sensual pasó la lengua por el color carmín que adornaba su cara. Se mordió ligeramente el labio inferior, víctima del placer, y deshaciendose de la poca ropa que llevaba puesta dejó que su compañero descubriera el resto de su cuerpo. Tenía dos pechos henchidos, del mismo tono pálido y delicado del resto de su piel. Estaban coronados por dos pequeñas montañitas de un color entre marrón y rosa, que, envueltas en el calor del momento se erguían fuertes y duros. Se percató de que el aire entraba y salía de su cuerpo cada vez más rápidamente.

Miró directamente a aquel muchacho que sin pudor mostraba su atributo. Grande, duro y sensualmente mojado, lo agarraba con firmeza moviendolo una y otra vez. Era bastante más mayor que ella, pero en aquel momento la edad no era un dato importante. Se deseaban fuertemente, y sabían (aunque no lo dijeran) que cuando se encontraran el fuego quemaría sus cuerpos para dar paso a largos momentos de placer.

Las manos de ella tocaban habilidosamente sus senos, bajando cada vez más, como si otra parte de aquel cuerpo joven llamara poderosamente su atención. Un pequeño suspiro salió de su boca, y la chica sin poder evitarlo comenzó a gemir suavemente. Finalmente su cuerpo se estremeció sin control y aquella noche terminó con el placer más intenso que ambos habían sentido.

Y fueron capaces de hacer el amor, sin rozarse.

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