domingo, 7 de febrero de 2010

:)



Aquel corazón dibujado en la ventana, comenzaba a disiparse. Y me apetecía escribir en el cuaderno la historia del amor que le tenía. Quizás porque ansiaba sentirle cerca, o tal vez porque su olor aún permanecía en mi ropa interior. Entonces abrí el bolso y vi la cajita de cartón en la que había escrito con su perfecta letra mayúscula: POR LO FELIZ QUE ME HACES. Y sonreí. Sí, sonreí de esa forma un tanto ridícula de cuando estás enamorada, únicamente porque me sentía bien a su lado.

No había hecho los deberes de lengua, pero pensé que sería sencillo analizar esas malditas oraciones simples aquella noche sentada en mi escritorio. Mejor dicho quise creer que lo sería, aún teniendo claro que no podría concentrarme y que su imagen acudiría a mi mente una y otra vez. Ya ves, intentos baratos de una autoconvicción que nunca llega, argumentos falaces para tapar la realidad que tenía ante mis ojos: No podía estar sin él.

1 comentario:

  1. Y no obstante ahí estás, que seguro habrás terminado ese examen para el que te tenías que preparar... así que sonríe, vuelve a sonreír y, cuando pienses que no hay motivos para hacerlo, mira a tu alrededor y te darás cuenta de que hay alguien que espera verte sonreír, aunque tú no llegues a verle...
    El corazón de la ventana había comenzado a disiparse¿? no te preocupes porque de ser ese el corazón que representa lo que yo te quiero no se disipará nunca, sino que tu calor lo hará transparentarse, pero seguirá estando ahí... cada vez que eches tu aliento para verle de nuevo te estará esperando como si le llamases para mostrarse ante ti siempre que tú lo desees... porque de ti depende que siga ahí, latiendo por y para ti... porque él tampoco puede estar sin ti.

    ResponderEliminar