martes, 14 de septiembre de 2010

Hay noches como esta en que...


Hay noches como esta, en las que la añoranza puede conmigo y teniendo tu olor aún revuelto entre mi pelo te necesito hasta puntos insospechados. Entonces me doy cuenta de que el aroma del verano se fue difuminando lentamente, hasta ser imperceptible. Las calles han cambiado su alegre olor a helado de fresa por un espeso y pastoso regusto a chocolate. Y aunque adoro las tardes de invierno, me temo que este no promete demasiado. De igual modo al llegar los carnavales me disfrazaré sonriente, celebrando que otra vez estoy a dos pasos de hoteles con vistas al mar y olor a calamares fritos. Quizás ahora, en noches como esta, el rubor del oleaje esté difuso y suene lejos, en cambio entre forros y cuadernos tengo claro que lo bueno nunca acaba si hay algo que te lo recuerda.

Hay sobre el escritorio cientos cosas que podrían traerme a la memoria instantes a tu lado; Tus rosas, tu cuaderno contando nuestra historia, una caja llena de nuestros billetes de tren... Pero no necesito nada de todo eso para sonreir pensando en tí, pues cada segundo a tu lado late intensamente día a día en mi interior. Se mezcla con mi sangre recorriendo cada milímetro de mi cuerpo, permitiendo que mueva los dedos, las manos, los pies, y que al estar a tu lado pueda reir a carcajada limpia.

Seguramente habrá más responsabilidades que tardes arropados viendo una película despreocupadamente, más noches como esta que de esas en las que juego con tus pies desnudos. Pero no puedo evitar sonreir cuando me percato de que gracias a días de añoranza soy consciente de lo valioso que resulta lo que siento. Porque es suficiente cerrar los ojos y pensar en tí para recuperar la calma. Te quiero.

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